Primer éxito de Juan
161Juan subió de Guézer y comunicó a su padre SImón, lo que hacía Cendebeo. 2Simón llamó a sus dos hijos mayores, Judas y Juan, y les dijo:
-Mis hermanos y yo, y toda mi familia, combatimos a los enemigos de Israel, desde jóvenes hasta hoy, y muchas veces conseguimos liberar a Israel con nuestro esfuerzo. 3Yo ya soy viejo, pero vosotros estáis en buena edad, gracias a Dios. Sustituidme a mí y a mi hermano. Salid a luchar por nuestra patria. Que la ayuda del cielo os acompañe.
4Seleccionó veinte mil guerreros y jinetes del país, y marcharon contra Cendebeo. 5Pernoctaron en Modín, y de madrugada caminaron hacia la llanura; se toparon con un ejército numeroso, de infantería y caballería, separado de ellos por un río.
6Juan y sus tropas formaron frente a ellos; al ver que la tropa no se atrevía a pasar el río, Juan lo pasó el primero. Al verlo sus soldados, pasaron tras él. 7Luego dividió a la tropa, colocando en medio a los jinetes, porque la caballería enemiga era muy numerosa. 8Sonaron las cornetas, y Cendebeo y su ejército fueron derrotados: cayeron muchos heridos, y los demás huyeron a la plaza fuerte. 9Entonces fue herido Judas, el hermano de Juan. Juan los persiguió hasta llegar a Cedrón, reconstruida por Cendebeo. 10Huyeron a las torres de la campiña de Asdod. Juan incendió la ciudad, causando dos mil bajas al enemigo. Después regresó a Judá.
Muerte de Simón
11Tolomeo de Abubo había sido nombrado gobernador de la llanura de Jericó. 12Tenía mucha plata y oro, por ser yerno del sumo sacerdote, 13pero, lleno de soberbia, quiso apoderarse del país, y conspiró para eliminar a Simón y sus hijos. 14Simón estaba inspeccionando las poblaciones del país, ocupado en sus problemas administrativos. Bajó a Jericó con sus hijos Matatías y Judas, el año ciento setenta y siete, el mes de enero, o sea, el mes Sebat. 15El hijo de Abubo los recibió pérfidamente en el fortín llamado Doc, construido por él; les ofreció un banquete y apostó allí unos cuantos hombres. 16Cuando Simón y sus hijos estaban bebidos, Tolomeo surgió con su gente, y arma en mano, se precipitaron sobre Simón en la sala del banquete, y lo mataron con sus dos hijos y algunos de su séquito.
17¡Fue una gran perfidia devolver mal por bien!
18Tolomeo consignó por escrito lo sucedido y envió el informe al rey, pidiéndole tropas de socorro y el mando sobre la provincia y las poblaciones. 19Despachó a Guézer otros emisarios para eliminar a Juan; envió cartas a la oficialidad para que se entrevistaron con él, que les daría plata, oro y regalos. 20A otro grupo lo mandó a Jerusalén, para apoderarse de la ciudad y del monte del templo. 21Pero hubo uno que corrió a Guézer y avisó a Juan de la muerte de su padre y hermanos, y que Tolomeo había mandado gente para matarle también a él. 22Juan quedó consternado ante la noticia. Luego apresó a los que venían a asesinarlo y los ejecutó, sabiendo que llegaban para matarlo.
23Para otros datos sobre Juan y las hazañas militares que realizó, las murallas que construyó y sus empresas, 24véanse los anales de su pontificado, a partir de la fecha de su consagración como sumo sacerdote, sucesor de su padre.
Explicación.
16,2-3 Nos parece escuchar ecos del testamento de Matatías (2,64ss). Ello significa que pasamos a la tercera generación. El lenguaje está lleno de resonancias del libro (por ejemplo, 2,60.66; 3,2; 9,30; 13,3; 14,26.36). De las victorias precedentes ellos han sido instrumentos y lo mismo sucederá en adelante.
16,4 Simón se encarga aún de la leva; Juan se encarga de la expedición.
16,6 El paso de un río o torrente, como en otras ocasiones históricas, tiene un carácter simbólico. Juan se adelanta osadamente; su ejemplo arrastra a los soldados: es un jefe auténtico. El recuerdo de Josué que ha de cruzar el río para combatir, como heredero de Moisés, se impone a la memoria del lector israelita; aunque la empresa concreta sea bien diversa. Hasta parece que un toque de trompeta baste para derrocar la resistencia enemiga.
16,10 Juan vuelve como pacificador dejando segura la frontera occidental. El autor se contenta aquí con la noticia escueta, ahorrándose descripciones de festejos y celebraciones. Le basta con haber acreditado militarmente al sucesor.
16,11-17 Queda la frontera oriental. Ese Tolomeo, yerno de Simón, era quizá un idumeo emparentado por razones políticas con el Macabeo. Por parentesco y por oficio pudo invitar sin levantar sospechas a Simón. Así muere a traición el héroe de muchas batallas, como murió Amnón (2 Re 13) o como el rey Elá de Israel (1 Re 16).
16,16 2 Sm 13,28.
16,17 Cfr. Sal 35,12; 109,5; Prov 17,13.
16,23-24 El final del libro es muy significativo. El autor emplea la fórmula clásica de los libros de los Reyes: con ello, sin entrar a narrar el reinado de Juan Hircano, lo coloca en línea directa con los reyes de Judá. La vieja monarquía ha recomenzado y continúa, tal es la última palabra del autor.
Si supiéramos exactamente cuándo redactó la última página podríamos penetrar mejor en sus intenciones. Porque ya durante el reinado de Juan Hircano (134-104) la clase gobernante comienza a helenizarse, los mercenarios extranjeros forman parte del ejército, los "fieles" o Leales desengañados pasan a la oposición, los métodos de gobierno seculares y crueles penetran en la dinastía Macabea, y comienzan a incubarse las rivalidades y odios que estallarán en la generación siguiente. Conseguido el poder, los poderosos traicionan los ideales de la sublevación: de luchar por el pueblo pasan a sojuzgar al pueblo.
Tan odiados llegaron a ser los Asmoneos, que los libros de los Macabeos no fueron reconocidos en el canon hebreo. No sabemos cuánto de esta generación llegó a conocer nuestro autor. ¿Escribió cuando Juan se rehízo de los reveses sufridos de mano de Antíoco VII?, ¿quiso, en medio de la disolución, salvar la memoria de una etapa gloriosa y ejemplar?
El texto no lo dice; pero el lector moderno, al cerrar el libro, no puede ignorar lo que sucedió cuando el poder envenenó a los héroes.
16,24 Años 134-104.
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