Demetrio I (2 Mac 14,1-10)
71El año ciento cincuenta y uno Demetrio de Seleuco se marchó de Roma, desembarcó con unos pocos en una ciudad de la costa y allí empezó su reinado. 2Cuando iba a entrar en el palacio real de sus antepasados, las tropas apresaron a Antíoco y Lisias para llevárselos a Demetrio. 3Se lo dijeron a Demetrio, y respondió:
-¡Ni verles la cara!
4Entonces los soldados los mataron, y Demetrio subió al trono imperial. Todos los israelitas apóstatas e impíos se le presentaron, guiados por Alcimo, que aspiraba al cargo de sumo sacerdote 6y acusaron al pueblo ante el rey:
Judas y sus hermanos han exterminado a todos su s partidarios, y a nosotros nos ha expulsado de nuestro país. 7Envía a uno de tu confianza a inspeccionar los destrozos que nos ha causado Judas, a nosotros y a tu provincia, y a castigarlos a ellos y a cuantos les apoyan.
8El rey eligió a Báquides, grande del reino, gobernador de la zona allende el río, hombre influyente y de su confianza. 9Lo envió con el impío Alcimo, confirmado en el cargo de sumo sacerdote, con orden de castigar a los israelitas. Partieron. Entraron en Judá con un ejército numeroso, y mandaron una embajada a Judas y sus hermanos, con ofertas fingida de paz. 11Pero al verlos los judíos con un ejército numeroso no hicieron caso a la embajada; 12no obstante, una comisión de letrados se reunió con Alcimo y Báquides para buscar una solución justa; 13los primeros en pedir la paz por parte de los israelitas eran los leales, 14porque decían:
-El que ha venido con el ejército es un sacerdote de la estirpe de Aarón; no nos va a traicionar.
15Báquides habló con ellos en son de paz y les juró:
-No os maltrataremos, ni a vosotros ni a vuestros amigos.
16Ellos le creyeron. Entonces arrestó a sesenta y los mató en un solo día, según aquel texto de la Escritura:
17<<Han echado
en torno a Jerusalén
los cadáveres
y derramado la sangre
de tus fieles,
y nadie los entierra>>.
18A la gente le entró pánico ante los invasores. Se comentaba:
-No tienen sinceridad ni honradez; han faltado a su palabra y a su juramento.
19Después Báquides marchó de Jerusalén para acampar en Betsaida. Mandó apresar muchos de los suyos, que habían desertado, y a algunos del pueblo, y los asesinó y arrojó a la cisterna grande. 20Dejó la provincia en manos de Alcimo, con un destacamento para apoyarlo, y se volvió adonde el rey. 21Alcimo tuvo que luchar para defender su cargo de sumo sacerdote; 22se le unieron todos los agitadores del pueblo y se adueñaron de Judá, haciendo un estrago enorme en Israel.
23Cuando vio Judas que Alcimo y su gente hacían más daño a los israelitas que los paganos, 24salió por todo el territorio de Judá para castigar a los desertores e impedirles hacer correrías por la región. 25Y al ver Alcimo que Judas y los suyos se rehacían, comprendió que no podría resistirles, y se volvió al rey, con gravísimas acusaciones.
Derrota de Nicanor (2 Mac 14,12-36)
26Entonces el rey envió a Nicanor, uno de sus más famosos generales, enemigo mortal de los israelitas, con el encargo de exterminar al pueblo. 27Nicanor llegó a Jerusalén con un gran ejército, y envió a Judas y sus hermanos este mensaje, con palabras fingidas de amistad:
28-No nos peleemos. Yo saldré con unos pocos para celebrar con vosotros una entrevista amistosa.
29Llegó a donde Judas, y se saludaron amistosamente, pero los enemigos estaban preparados para secuestrar a Judas. 30Judas se enteró de que la visita de Nicanor era una trampa, y le tomó tal miedo que no quiso volver a verlo. 31Entonces Nicanor se dio cuenta de que su plan había sido descubierto, y salió a luchar contra Judas, junto a Cafarsalán. 32Nicanor tuvo unas quinientas bajas, y los demás huyeron a la Ciudad de David.
33Después de estos sucesos, Nicanor subió al monte Sión. Algunos sacerdotes y ancianos del pueblo salieron del templo para saludarle amistosamente y mostrarle el holocausto que se ofrecía por el rey. 34Pero él los escarneció, se burló de ellos, les escupió, profiriendo insolencias, 35y juró encolerizado:
-Si no me entregáis ahora mismo a Judas y su ejército, cuando yo vuelva victorioso incendiaré este templo.
Y salió enfurecido.
36Los sacerdotes entraron, y en pie frente al altar y el santuario dijeron entre lágrimas:
37-Tú elegiste este templo dedicado a tu Nombre para que sirviera a tu pueblo de casa de oración y súplica. 38Castiga a ese hombre y a su ejército. ¡Que caiga a filo de espada! Recuerda sus blasfemias, no les des reposo.
39Nicanor salió de Jerusalén y acampó en Bejorón; allí se le añadió un ejército sirio.
40Judas acampó en Adasa con tres mil hombres, y rezó así:
41-Cuando los embajadores del rey blasfemaron, salió tu ángel y les mató a ciento ochenta y cinco mil. 42Aplasta hoy igualmente a este ejército ante nuestros ojos, para que sepan todos que blasfemó contra tu templo. ¡Júzgalo como merece su maldad!
43Los ejércitos entraron en combate el trece de marzo. El ejército de Nicanor fue derrotado; él mismo cayó el primero en la batalla, 44y sus soldados, al ver que había caído Nicanor, arrojaron las armas y huyeron. 45Los judíos los persiguieron una jornada, desde Adasa hasta Guézer, tocando a rebato detrás de ellos. 46De todas las aldeas judías a la redonda salió gente para copar a los fugitivos, que se volvían unos contra otros; todos cayeron a espada, no quedó ni uno. 47Luego agarraron el botín y los despojos. A Nicanor le cortaron la cabeza y la mano derecha, que había extendido insolentemente, y las llevaron para colgarlas frente a Jerusalén.
48El pueblo se alegró muchísimo, y festejaron aquel día por todo lo alto. 49Determinaron celebrar anualmente aquella fecha, trece de marzo.
50Judá tuvo paz por algún tiempo.
Explicación.
7 Este capítulo nos abre una ventana a la compleja situación que sigue a la muerte de Antíoco Epífanes y a la paz de Lisias. La persecución religiosa queda formalmente abolida, sin que la autonomía política sea un hecho. Judas Macabeo había conseguido la libertad religiosa; en adelante no podía invocar el motivo religioso para justificar su rebeldía. A los ojos del rey y de muchos israelitas su rebelión era política, de partido; luchaba por una interpretación rígida e intransigente de las leyes patrias.
Para entender algo de la situación tenemos que hacernos cargo de los personajes y partidos que intervienen en el drama.
a) En Siria aparece Demetrio frente a Antíoco V con Lisias. Antíoco III había sido padre de Seleuco y Antíoco: le sucedió el primogénito, que reinó como Seleuco IV, y a éste le sucedió su hermano Antíoco Epífanes. El hijo de Seleuco se llamaba Demetrio, heredero legítimo, pero impedido como rehén en Roma; por eso ocupó el trono su primo Antíoco V, el hijo de Epífanes. En Antioquía había un fuerte partido legitimista, que consideraba a Demetrio legítimo heredero y estaba descontento con Lisias y su protegido. Para cambiar la situación hacían falta dos cosas: que se declarase la debilidad interna de Lisias y su rey que Demetrio pudiera burlar la vigilancia romana.
Lo primero sucedió bien pronto, y la paz con el Macabeo pudo interpretarse como síntoma de debilidad; lo segundo sucedió una vez muerto Octavio, probablemente con el apoyo de Tiberio Graco y la complicidad espontánea o comprada de algunos sirios y romanos.
Demetrio logró huir y embarcarse en una nave fenicia, rumbo a la costa de Siria, y desembarcó en Trípoli, a casi 300 kilómetros de Antioquía. Allí logró afirmarse y ciñó la corona como sucesor legítimo del rey de Siria. Cuando sus partidarios de la capital se enteraron de este primer éxito, precipitaron los acontecimientos, derrocando al rey niño y a su tutor. En lugar de Lisias es nombrado un fiel partidario: Báquides. Tenemos, pues, en Antioquía, al cabo de dos años, un nuevo rey, que hereda el poder de los Seléucidas, sin la intolerancia cruel e inexorable de Epífanes.
b) En Jerusalén se reaviva la lucha entre el partido filohelenista, favorable a la apertura cultural, y el partido de los intransigentes, capitaneados por Judas. El Macabeo tenía de su parte a los leales, a muchos sacerdotes, a parte del pueblo. Mientras en Jerusalén se celebraba el culto legítimo, los soldados de Judas acampaban a razonable distancia de la capital.
No sabemos cuándo el sumo sacerdote intruso, Menelao, fue reemplazado por un tal Joaquín o Alcimo (nombre helenizado), que de corazón o por oportunismo militaba en el partido colaboracionista.
Es decir, que las hostilidades son ante todo entre dos partidos judíos, ambos enarbolando la bandera del bien del pueblo. El autor nos da la versión del partido macabeo, con suficientes datos para desenredar la maraña; otras fuentes antiguas completan el cuadro. La persecución había dado la razón al Macabeo; la tolerancia ¿no daba la razón a los filohelenistas?
7,1 Año 151.
7,3 La respuesta de Demetrio es ambigua: deja entender sus deseos, no da órdenes. Sería peligroso enemistarse con los romanos, que apoyaban a Antíoco, y también sería peligroso dejar con vida al rival. Recuérdese la carta de Jehú a los notables de Yezrael (2 Re 10).
7,5-6 La expresión está muy calculada: "Los apóstatas e impíos... acusaron al pueblo"; como quien dice, los apóstatas no pertenecen al pueblo. Pero con razón llaman éstos a Judea "nuestro país"; se ve que el destierro forzado o voluntario era una de las táctica del partido de los Macabeos.
7,8 Se entiende desde el Éufrates a la frontera de Egipto, o sea la parte occidental del Imperio, que había estado bajo la autoridad de Lisias (3,32).
7,9 El adjetivo "impío" es valoración del autor; se ve que los sacerdotes de Jerusalén no hacían un juicio tan desfavorable. Todo se presenta como negociaciones pacíficas; y no hay que olvidar que seguía en vigor la paz firmada por Lisias y Antíoco V.
Si se toma "los israelitas" en sentido universal, la frase es tendenciosa. Si se refiere a algunos israelitas, es verdadera.
7,14 Nm 18,1-7.
7,16-18 No cabe duda que Báquides cometió un error, y que habría conseguido mucho más por el camino de la convicción. Faltando a la palabra dada y ejecutando a un grupo significativo de patriotas de los Leales, el gobernador desencantó a muchos del pueblo y justificó la reacción de Judas. Es posible que los jefes del movimiento filohelénico reclamasen esa venganza concreta de sus rivales, como indica el verso 7. La división de los judíos era difícil de sanar.
7,17 Sal 79,2-3.
7,19 Es ambiguo el sentido de "desertores": puede significar miembros del partido de Judas, que lo han abandonado para pasarse al sirio; Báquides no les perdona, por este gesto, las culpas cometidas. Podría significar desertores de su propio ejército. Si "pueblo" designa a judíos, la primera interpretación es más probable; "pueblo" podría designar también a civiles en oposición a militares. A la luz de todo el contexto, parece que el autor sigue describiendo las represalias contra los del partido de Judas.
7,20-25 Alcimo queda como sumo sacerdote, gobernador de la provincia y jefe de un destacamento militar. Y estalla la guerra civil entre los judíos. Es como si Báquides encomendase a un judío arreglar los asuntos de los judíos, mientras la situación no amenazase a la seguridad del Imperio. Sobre la situación y los acontecimientos puede leerse 2 Mac 14.
Alcimo confiaba en su autoridad y el apoyo de muchos para restablecer la paz en un clima de simpatía para los griegos; había triunfado su partido, gracias al apoyo real, y deseaba mantener una situación muy semejante a la de los tiempos de Antíoco III. Los del partido de Judas, que aspiraban quizá a la independencia nacional, no aceptaron la derrota y se volvieron otra vez contra sus paisanos; lo hicieron con más experiencia y valor y probablemente con métodos más contundentes. Cuando Alcimo vio que no lograba controlar a los del partido opuesto, recurrió de nuevo a la protección del rey.
Legalmente Judas era un rebelde contra las autoridades establecidas. El autor reparte adjetivos y predicados desde su punto de vista, conseguido el triunfo final de los Macabeos. ¿Sospechaba Alcimo que Judas ambicionaba el cargo de sumo sacerdote, apoyado en su linaje y en su prestigio popular? (Es lo que iba a suceder más tarde con su hermano Simón). Acudiendo de nuevo al rey, Alcimo comprometía su figura religiosa y política ante muchos judíos.
7,22 Jue 9,4.
7,26-50 Así llega la segunda etapa: ya no es Báquides, sino un general experimentado y enemigo de los judíos patriotas (que el autor denomina "el pueblo"). El destino de Nicanor está comprimido en tres actos brevísimos: primero, un intento de traición fracasado (apenas descrito por el autor); segundo, el insulto público a los sacerdotes del templo, y tercero, la batalla en campo abierto, terminad con la muerte del general y la desbandada del ejército. Véase 2 Mac 14-15.
7,26-32 El intento de traición pudo prolongarse durante las negociaciones. Nicanor no venía con intenciones de aniquilar; quería desarticular el grupo de rebeldes, y para ello le bastaba con capturar y eliminar a su jefe. Cuando Judas cayó en la cuenta de tales intenciones, rompió radicalmente las negociaciones y logró vencer al enemigo en una escaramuza preliminar, ordenada a capturarlo o matarlo en el campo de batalla. La Ciudad de David es el nombre antiguo y venerable de la ciudadela griega.
7,33-36 Nicanor se dirigió a su residencia lógica, la ciudadela de Jerusalén, y desde allí hizo una visita al vecino templo. Como reinaba oficialmente la paz y la tolerancia religiosa, los sacerdotes lo recibieron amistosamente, o convencidos y ganados para la nueva situación, o temerosos de provocar innecesariamente al jefe extranjero; entre los sacerdotes no aparece Alcimo, que se encontraba probablemente en Antioquía. Con increíble falta de tacto, Nicanor hirió en su honor y celo religioso a los sacerdotes; su amenaza contra el templo tuvo que irritar también a la población. Su intento era, con amenazas, quebrantar en los sacerdotes toto intento o veleidad de connivencia con el Macabeo. Recuérdese el episodio de los sacerdotes de Nob (1 Sm 21-22).
7,37-38 La breve plegaria es densa por su alusión a la plegaria de Salomón (1 Re 8) y por el lenguaje inspirado en los salmos.
7,43-50 Nicanor, o confiado en su superioridad bélica, o ansioso de liquidar pronto aquel foco rebelde, murió en la batalla y su ejército se dispersó. El autor cuenta este desenlace con la terminología del libro de los Jueces, como cerrando un ciclo liberador. En realidad, la paz no duró tanto, y Judas se acercaba a su muerte; esto prueba también la intención esquemática del autor.
7,46 Jue 7,24s.
7,47 1 Sm 31,9s.
7,50 Jue 3,30.
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