Hazañas de Judas fuera de Judea (2 Mac 10,15-23)
51Cuando las naciones vecinas se enteraron de que los judíos habían reconstruido el altar y restaurado el santuario como estaba antes, se irritaron muchísimo, 2determinaron destruir a los descendientes de Jacob que vivían entre ellos, y empezaron a matar y eliminar a gente del pueblo.
3Entonces Judas atacó a los descendientes de Esaú en Idumea, en Acrabatene, porque hostigaban a Israel. Les infligió una gran derrota, los sometió y los saqueó. 4Después se acordó de la maldad de los beanitas, una trampa peligrosa para el pueblo, con sus emboscadas en los caminos, y los cercó en sus castillos; 5tomó posiciones, los consagró al exterminio y quemó sus castillos con todos los que estaban dentro. 6Después marchó contra los amonitas, y se las vio con un ejército considerable y bien armado, a las órdenes de Timoteo. 7Trabó con ellos muchos combates; los destrozó, los deshizo, 8se apoderó de todo el municipio de Jézer y luego se volvió a Judá.
Doble frente
9Los pueblos de Galaad se aliaron contra los israelitas que vivían en su territorio, co intención de exterminarlos. Los israelitas huyeron a la plaza fuerte de Datema, 10y enviaon a Judas y sus hermanos este mensaje: <<Los pueblos vecinos se han aliado contra nosotros para exterminarnos, 11y se están preparando para venir a apoderarse de la plaza fuerte donde nos hemos refugiado. Timoteo es su general. 12Ven a librarnos de sus manos, porque ya han caído muchos de los nuestros, 13y todos nuestros hermanos que vivían en el país de Tob han muerto; sus mujeres, hijos y enseres han sido llevados al destierro; han muerto allí unas mil personas.>>
14Estaban leyendo la carta cuando otros mensajeros, con la ropa hecha jirones, llegaron de Galilea con esta noticia: 15<<De Tolemaida, Tiro y Sidón, y toda la Galilea de los gentiles, se han aliado contra nosotros para aniquilarnos.>>
16En cuanto lo oyeron Judas y la tropa, convocaron una asamblea extraordinaria para deliberar qué podían hacer por los hermanos en situación apurada, hostilizados por el enemigo, 17Judas dijo a su hermano Simón:
-Elige unos cuantos y vete a librar a tus hermanos de Galilea. Mi hermano Jonatán y yo iremos al país de Galaad.
18Dejó con el resto de las fuerzas, para la defensa de Judá, a José, de Zacarías, y a Azarías, oficial del ejército, 19dándoles estas instrucciones:
-Tomad el mando de estas tropas, pero no trabéis combate con los paganos hasta que volvamos nosotros.
20A Simón le asignaron tres mil hombres para ir a Galilea, y a Judas, ocho mil para la expedición contra Galaad.
21Simón partió para Galilea y trabó muchos combates con los paganos, los derrotó 22y los persiguió hasta las puertas de Tolemaida. Los paganos tuvieron unas tres mil bajas, y Judas recogió el botín. 23Luego juntó a los judíos que había en Galilea y Arbata, con sus mujeres, hijos y enseres, y los llevó a Judá, con gran regocijo.
24Por su parte, Judas Macabeo y su hermano Jonatán atravesaron el Jordán y caminaron tres jornadas por el páramo. 25Encontraron a los nabateos, que los recibieron en son de paz, y les contaron lo que había pasado a sus hermanos israelitas en Galaad, 26muchos se habían encerrado en Bosra, Béser, Alema, Casfo, Maqued y Carnín, todas las plazas fuertes e importantes. 27Otros se habían reunido en las demás ciudades de Galaad, y el enemigo había determinado atacar esas plazas fuertes al día siguiente, ocuparlas y exterminarlos a todos en un solo día.
28Judas y su ejército desandaron inmediatamente el camino hacia el paramo de Bosra. Judas tomó la ciudad, pasó a cuchillo a todos los varones, saqueó la villa y la incendió.
29Por la noche marchó de allí, y caminaron hasta la plaza fuerte. 30Al salir el sol divisaron un ejército innumerable colocando escalas y máquinas de guerra para apoderarse de la plaza fuerte; estaban dando el asalto.
31Al ver Judas que había empezado el ataque y que de la ciudad subía al cielo el fragor del alarido de guerra y el son de las cornetas, 32ordenó a sus soldados:
-¡Luchad hoy por vuestros hermanos!
33Avanzaron en tres columnas por detrás del enemigo, tocaron las cornetas y oraron gritando.
34Cuando los soldados de Timoteo se dieron cuenta de que era el Macabeo, huyeron. Judas les infligió una gran derrota: les hizo aquel día unas ocho mil bajas. 35Luego torció hacia Alema. La tomó al asalto, mató a todos los varones, la saqueó y la incendió. 36Partió de allí y conquistó Casfo, Maqued y Béser, con las demás ciudades de Galaad.
37Después de estos sucesos, Timoteo reunió otro ejército y acampó frente a Rafón, al otro lado del torrente. 38Judas envió gente a reconocer el campamento, y le informaron:
-Se les han unido todas las naciones vecinas; es un ejército numerosísimo; 39tienen mercenarios árabes como auxiliares, y están acampados al otro lado del torrente, preparados para venir a atacarte.
40Judas les salió al encuentro, y mientras él y su ejército se acercaban al torrente, Timoteo dijo a sus oficiales:
-Si lo atraviesa él primero hacia nosotros, no podremos resistirle; seguro que nos vencerá. 41Pero si no se atreve, y acampa al otro lado del río, lo pasamos nosotros hacia él, y lo venceremos.
42Cuando Judas se acercó al torrente, formó a los oficiales de leva en la ribera y les ordenó:
-No dejéis acampar a nadie. Que avancen todos.
43Luego él, el primero, atravesó el río hacia el enemigo. Toda la tropa le siguió. Derrotaron a los paganos, que arrojaron sus armas y huyeron hasta el santuario de Carnín. 44Los judíos se apoderaron de la ciudad e incendiaron el santuario con todos los que estaban dentro. Destruida Carnín, ya nadie opuso resistencia a Judas.
45Judas reunió a todos los israelitas que había en Galaad, chicos y grandes, con sus esposas, hijos y enseres -una muchedumbre inmensa-, para llevarlos a Judá. 46Llegaron a Efrón, una ciudad importante, bien fortificada, que les caía de camino (era imposible dejarla a derecha o izquierda, había que atravesarla). 47Pero los de la ciudad la cerraron y obstruyeron las puertas con piedras. 48Judas les envió esta embajada en son de paz:
-Dejadnos atravesar vuestro territorio camino de nuestra tierra; nadie os hará daño, sólo queremos pasar.
Pero se negaron a abrirle.
49Entonces Judas ordenó pregonar por el campamento que todos formaran para el combate, en el sitio donde estuvieran. 50Los guerreros formaron. Dio el asalto a la ciudad, todo aquel día y toda la noche, y la ciudad se rindió. 51Judas pasó a cuchillo a todos los varones, arrasó la villa después de saquearla y la atravesó pasando por encima de los cadáveres. 52Luego cruzaron el Jordán hasta la gran llanura, frente a Beisán. 53Judas iba reuniendo a los rezagados y animando a la gente durante toda la marcha, hasta que llegaron a Judá. 54Subieron al monte Sión, en medio de una gran alegría, y ofrecieron holocaustos por haber regresado sanos y salvos, sin ninguna baja.
55Mientras Judas y Jonatán estaban en Galaad, y su hermano Simón en Galilea, frente a Tolemaida, 56José, de Zacarías, y Azarías, oficiales del ejército, se enteraron de las hazañas militares que habían llevado a cabo, 57y se dijeron:
-Vamos a hacernos famosos también nosotros. ¡Vamos a luchar contra las naciones vecinas!
58Dieron órdenes a sus tropas y marcharon contra Yamnia. 59Pero Gorgias y sus hombres salieron de la ciudad a presentarles batalla, y José y Azarías huyeron. 60Gorgias los persiguió hasta las fronteras de Judá. Aquel día cayeron unos dos mil soldados israelitas, 61el ejército sufrió una gran derrota por no haber obedecido a Judas y sus hermanos, esperando hacer una gran hazaña; 62no eran de la raza de los hombres destinados a salvar a Israel.
63El valeroso Judas y sus hermanos se hicieron muy célebres en todo Israel y por todos los países donde se oía hablar de ellos. 64La gente se arremolinaba en torno a ellos, vitoreándolos.
65Judas y sus hermanos salieron a luchar contra los descendientes de Esaú, en el sur. Conquistó el municipio de Hebrón, derribó sus plazas fuertes e incendió los torreones de la muralla. 66Luego emprendió la marcha al país filisteo y atravesó Maresá. 67Aquel día cayeron en el combate unos sacerdotes que, queriendo hacer una hazaña, salieron a luchar imprudentemente.
68Luego Judas torció hacia Asdod, en tierra filistea; derribó sus altares, quemó las imágenes de sus dioses, saqueó las ciudades y se volvió a Judá.
Explicación.
5 En el esquema tradicional de Israel existen dos tipos de enemigos: el gran Imperio agresor, Egipto o Asiria o Babilonia, y los medianos o pequeños reinos vecinos, Edom, Moab, Amón, etc. El mismo esquema configura la primera parte de este libro: el enemigo grande es Siria, o sea, el reino seléucida, en torno al cual se mueven los reinos vecinos vasallos (el esquema se repite en la ficción del libro de Judit).
En esos reinos menores habitaban poblaciones judías, medianamente fundidas con poblaciones locales, conscientes de pertenecer al pueblo judío. Es de suponer que, mientras estaba en vigor el edicto de tolerancia de Antíoco III, estos grupos cultivarían sus costumbres religiosas; los judíos podían acudir en peregrinación al templo de Jerusalén. Cuando Judas empieza a ser temido y respetado, se despierta en ellos una nueva conciencia de familia que provoca el recelo de los pueblos donde habitan. Estos pueblos podían temer las represalias de la corte siria y también el creciente poderío de los judíos. El hecho es que las victorias macabeas desatan una serie de persecuciones locales, amenazando, por un lado, la estabilidad de lo ya conquistado, y provocando, por otro, nuevas intervenciones parciales del Macabeo. Nace así un frente múltiple y desmenuzado, que es a la vez una carga para un ejército reducido y una posibilidad estratégica. Porque, espaciando los ataques locales, moviéndose con rapidez, Judas puede ir consolidando y dilatando su poderío.
Esto es lo que nos ofrece el autor en el presente capítulo. Es una composición temática más que cronológica.
La ley de la guerra, según Dt 20, distingue entre ciudades próximas y lejanas: a las primeras se aplica la ley del exterminio total; a las segundas, la ley del exterminio de los varones, en caso de resistencia. Judas trata a las ciudades conquistadas como pertenecientes a la segunda categoría: extermina los varones que han resistido al ataque de liberación y son responsables de tratos injustos contra la población judía. Si las rápidas victorias exaltan la valentía y el talento militar de Judas, la represalia cruel siembra el terror, contrarrestando el temor que infunde el monarca sirio. En otros términos: si Antíoco es duro y Judas fuese blando, la balanza del terror se inclinaría a favor del Seléucida, con perjuicio del judío. Esto, aparte del carácter justiciero de las operaciones.
El autor quiere dejar bien claro este carácter justiciero, asemejando algunos de estos pueblos al Faraón, que se negaba a soltar a los esclavos israelitas.
5,1-2 El pecado de esas poblaciones es un odio religioso al templo y al pueblo judío. El autor esquematiza, desde luego. En lo que dice de verdadero puede referirse a guarniciones al servicio de los Seléucidas y también a colaboracionistas diseminados por dichos países; el fenómeno judío de la adaptación cultural y aun religiosa no era exclusivo de Jerusalén.
5,2 2 Sm 8.
5,3 Los idumeos se encuentran en la zona sudoeste del Mar Muerto (véase nota a 5,27). Viejos rivales de los judíos durante la monarquía; según la tradición, la rivalidad se remonta a su antecesor Esaú, hermano de Jacob (véase como ejemplo típico la profecía de Abdías).
5,4-5 Es dudosa la identificación de estos beanitas, salteadores de caravanas en las rutas cercanas al Mar Muerto.
5,6-8 Este Timoteo sería el gobernador militar de la región. Sobre la campaña que sigue puede verse otra versión en 2 Mac 12. El territorio ocupado en la región de los amonitas constituía una buena cabeza de puente al este del Jordán. Una vez consolidada, pudo volver a Judá a reorganizar sus fuerzas y a examinar la situación, siempre difícil.
5,9-23 El autor subraya la simultaneidad de los sucesos. Aunque sea recurso narrativo para dramatizar la situación, explica bien la posición todavía precaria de los Macabeos. Judas se ve forzado a dos expediciones separadas por el Jordán y urgentes, ya que está en juego la supervivencia de sus paisanos. De momento, la zona menos amenazada es Judea: se la encomienda a mandos subordinados, con órdenes tajantes de defenderse sin atacar. A su hermano le encomienda la expedición menos difícil, en Galilea. Parece ser que esta expedición se redujo a unas cuantas escaramuzas o golpes bien administrados, que culminaron en la repatriación jubilosa de los judíos. Judas se encarga personalmente de la expedición más comprometida: su dificultad proviene de la situación alejada, en la Transjordania septentrional, de la dispersión en varias ciudades de la mejor organización del enemigo. Esto da ocasión de intervenir a los otros hermanos Macabeos, los futuros sucesores, Jonatán y Simón.
5,24-54 La expedición en Transjordania está contada con más detalle. En conjunto se trata de la antigua región de Basán, el reino de Og de triste memoria. Al estallar la persecución, los judíos se agruparon y refugiaron en fortalezas. Algunas ciudades antiguas estaban enteramente fortificados, otras no; en ambos casos, podía haber una ciudadela o alcázar como último reducto de resistencia. Puede ser que alguna de las fortalezas citadas estuviera temporalmente abandonada: tal parece ser el caso de Datema, sitiada en regla por los enemigos. En las demás ciudades los judíos se harían fuertes en un barrio o incluso en el alcázar; recuérdense, por ejemplo, Tebes junto a Siquén (Jue 9,50) y Rabat Amón (2 Sm 12,28). Eso explicaría que en un caso Judas atacara a los sitiadores y en otros atacara a la misma ciudad.
El autor cita siete nombres, dando especial relieve al segundo y al último, dejando el primero como entrenamiento o tanteo de fuerzas.
5,25-27 Los nabateos eran entonces caravaneros, profesión comercial muy rentable, aunque expuesta a asaltos de salteadores. Más tarde llegaron a crear un reino próspero y dilatado. También resultaban buenos informadores.
5,29-34 Después de una larga marcha nocturna (50 km, si las identificaciones propuestas son exactas) por terreno relativamente llano, tienen que atacar sin permitirse descanso, porque el enemigo está ya dispuesto al asalto. La arenga brevísima parece subrayar la urgencia: no pueden pensar en sí mismos cuando sus hermanos arrostran el peligro extremo. La marcha, el ataque matutino, la liberación recuerdan la primera campaña de Saúl, también en Transjordania, para socorrer a los de Yabés, amenazados por los amonitas.
5,37-44 La última fortaleza añade el obstáculo de un río vadeable. El curso de agua favorece a Timoteo, que no necesitaba atacar de momento. Toma el agua como señal militar y como prueba de los judíos. Y la fortuna ayuda a los audaces. Como en otras ocasiones históricas, el cruzar el torrente significa la osadía que decide la victoria. Recuérdese también el signo propuesto por Jonatán a su escudero en 2 Sm 14. Esa prueba de valentía de un ejército ya aureolado con la fama de valiente es lo que desmoraliza a los de Timoteo.
5,45 Así comienza la marcha de la gran repatriación. Judas va a cumplir las repetidas profecías que predicen la reunión de los judíos en Jerusalén (por ejemplo, Is 60; 27,12-13; Sof 3,20). La vuelta tiene algo de un nuevo éxodo, al estilo del de Babilonia, cantado por Isaías II.
5,46-48 El último obstáculo es como el de Edom y Moab, cuando los israelitas se acercan a la tierra prometida (Nm 21). Se tarta de una población civil, por eso Judas pidió paso pacífico. La negativa justifica la cruel represalia.
5,51 Dt 20.
5,53 Sof 3,20; Ez 36,34; Is 35,10.
5,54 El final de la marcha tiene algo de procesión sacra: los dispersos vuelven a la capital y al templo. El templo purificado y consagrado ha cumplido otra vez su misión centrípeta de atraer a los dispersos. Judas ha cumplido la misión de "reunir en diversos lugares" de Ez 36,34; 37,21; 39,27-28. Se podría citar Is 35,10: "Vendrán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua".
5,57-62 Yamnia es una ciudad próxima a la costa y bien defendida; se encuentra en terreno militar de los sirios, no es una "nación vecina" más. Era temeridad atacarla con tropas reducidas y era desobediencia a las órdenes del Macabeo. Esta elemental falta de sentido estratégico la interpreta el autor en términos solemnes, no exentos quizá de tono polémico: hay una familia de enviados por Dios, son todos los Macabeos; fuera de ellos nadie puede arrogarse tal misión. Los Macabeos-Asmoneos entran en la cadena de los grandes liberadores, concretamente de los jueces carismáticos suscitados por Dios para salvar a Israel.
5,65-68 Dos campañas, al sur y sudoeste, redondean la serie de victorias sobre pueblos vecinos. Hebrón custodiaba el recuerdo de Abrahán y de la coronación de David. Asdod era la vieja ciudad del dios Dagón, derribado por el arca de la alianza ( Sm 5); mencionando altares e ídolos, el autor nos invita al recuerdo. Se cumple lo enunciado en is 11,14.
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