viernes, 9 de julio de 2021

1 MACABEOS. CAPÍTULO IV

 41Georgias emprendió la marcha de noche, con cinco mil hombres de infantería y mil jinetes escogidos, 2con idea de caer sobre el campamento judío y aplastarlos de improviso. Gente de la acrópolis de Jerusalén le servían de guías.

3Pero Judas se enteró, y también él se puso en marcha con sus guerreros, para aplastar al ejército real que quedaba en Emaús, 4mientras algunos batallones estaban lejos del campamento.

5Cuando Georgias llegó de noche al campamento judío no encontró a nadie. Se puso a buscarlos por la sierra, pensando que huían de él. 6Al amanecer apareció Judas en la llanura con tres mil hombres, aunque sin escudos ni espadas como hubiera querido. 7Cuando vieron el campamento pagano fortificado, bien defendido, rodeado por la caballería, con tropas aguerridas, 8Judas arengó a sus hombres:

9-No temáis su número ni os arredréis ante su empuje. Recordad cómo se salvaron nuestros antepasados en el Mar Rojo, cuando los perseguía el Faraón con un ejército. 10Gritemos al cielo para que nos favorezca, acordándose de la alianza con nuestros padres, para que aplaste hoy a este ejército ante nosotros. 11Así, todas las naciones reconocerán que hay alguien que rescata y salva a Israel.

12Cuando los extranjeros levantaron la vista y los vieron venir de frente, salieron del campamento para la batalla. 13Los de Judas tocaron a zafarrancho y se entabló la lucha. 14Los paganos fueron derrotados y huyeron hacia la llanura; 15los más rezagados cayeron muertos a espada; los de Judas los fueron persiguiendo hasta Guézer y los llanos de Idumea, Asdod y Yamnia; les hicieron unas tres mil bajas.

16Cuando Judas y su ejército dejaron de perseguirlos, Judas advirtió a la tropa:

17-No tengáis ansia del botín, porque nos queda otra batalla: Gorgias y su ejército están en el monte, ahí cerca. 18Ahora haced frente al enemigo y luchad; después podréis coger los despojos tranquilamente.

19Aún estaba hablando cuando asomó por el monte un escuadrón; 20pero al ver que los suyos habían huido y que el campamento estaba ardiendo, como lo probaba la humareda que se veía, 21se desmoralizaron por completo, y cuando vieron al ejército de Judas en la llanura, dispuesto al combate, 22huyeron todos a territorio filisteo.

23Entonces Judas se volvió a saquear el campamento: cogieron mucho oro, plata, ropa de púrpura roja y violeta y muchas riquezas. 24Y regresaron cantando alabanzas a Dios,

<<porque es bueno,

porque es eterna

su misericordia>>.

25Israel consiguió aquel día una gran victoria.

26Los extranjeros que escaparon con vida fueron a comunicar a Lisias lo ocurrido. 27Lisias, al oírlo, quedó abrumado de pesar, porque a Israel no le había ocurrido lo que él quería, ni el plan le había salido como le había ordenado el rey. 28Así que al año siguiente reclutó sesenta mil infantes y cinco mil jinetes para luchar contra los judíos. 29Llegaron a Idumea y acamparon en Betsur. Judas salió a hacerles frente con diez mil hombres, 30y al ver aquel ejército tan poderoso, rezó:

-Bendito eres, Salvador de Israel, que quebrantaste el ímpetu de aquel gigante por medio de tu siervo David y entregaste el campamento filisteo en poder de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero. 31Entrega así ese ejército en poder de tu pueblo Israel. Que su infantería y su caballería sean su baldón. 32Mételes miedo, haz que se derrita su poderío y que se tambaleen con la derrota. 33Derríbalos con la espada de tus amigos. Que te canten con himnos cuantos conocen tu Nombre.

34Llegaron a las manos, y el ejército de Lisias perdió unos cinco mil hombres en la refriega.

35Al ver Lisias rotas sus líneas de combate y el valor de los de Judas, dispuestos a vivir o morir noblemente, marchó a Antioquía para reclutar más mercenarios, con intención de volver a Judá.

Purificación del templo (2 Mac 10,1-8).

36Judas y sus hermanos propusieron:

-Ahora que tenemos derrotado al enemigo, subamos a purificar y consagrar el templo.

37Se reunió toda la tropa, y subieron al monte Sión. 38Vieron el santuario desolado, el altar profanado, las puertas incendiadas la maleza creciendo en los atrios como matorrales en una ladera y las dependencias del templo derruidas. 39Se rasgaron las vestiduras e hicieron gran duelo, echándose ceniza en la cabeza 40y postrándose rostro en tierra. Al toque de corneta gritaron hacia el cielo. 41Judas ordenó a sus hombres que tuvieran en jaque a los de la acrópolis, hasta que terminaran de purificar el templo. 42Eligió sacerdotes sin defecto corporal, observantes de la Ley 43que purificaron el templo y arrojaron a un lugar inmundo las piedras que lo contaminaban.

44Luego deliberaron qué hacer con el altar de los holocaustos profanado, 45y se les ocurrió una buena idea: destruirlo; así no les serviría de oprobio por haberlo profanado los gentiles. Así que los destruyeron, 46y colocaron las piedras en el monte del templo, en un sitio a propósito, hasta que viniese un profeta y resolviese el caso. 47Luego tomaron piedras sin tallar, como manda la Ley, y levantaron un altar nuevo, igual que el anterior.

48Restauraron el templo y consagraron el interior del edificio y los atrios. 49Renovaron todos los utensilios sagrados y metieron en el templo el candelabro, el altar del incienso y la mesa. 50Quemaron incienso sobre el altar y encendieron los candiles del candelabro, para que alumbraran el templo.

51Cuando pusieron panes sobre la mesa y corrieron la cortina, quedó ultimado todo el trabajo.

52EL año ciento cuarenta y ocho, el día veinticinco del mes noveno (diciembre), 53madrugaron para ofrecer un sacrificio según la Ley, en el nuevo altar de los holocaustos recién construido. 54En el aniversario del día en que lo habían profanado los paganos lo volvieron a consagrar, cantando himnos y tocando cítaras, laúdes y platillos. 55Todo el pueblo se postró en tierra, adorando y alabando a Dios, que les había dado éxito.

56Durante ocho días celebraron la consagración, ofreciendo con júbilo holocaustos y sacrificios de comunión y de alabanza. 57Decoraron la fachada del templo con coronas de oro y rodelas. Consagraron también el portal y las dependencias, poniéndoles puertas. 58El pueblo entero celebró una gran fiesta, que canceló la afrenta de los paganos.

59Judas, con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar, con solemnes festejos, durante ocho días, a partir del veinticinco de diciembre.

60En aquella ocasión construyeron en torno al monte Sión unas murallas altas, con torreones no fueran a llegar los paganos y las derruyesen como habían hecho antaño. 61Judas acuarteló allí una guarnición para defender el monte. También fortificó Betsur, para que la gente estuviera defendida por la parte de Idumea.

Explicación.

4,1-35 Batalla de Emaús. Aunque el autor exagere los números, la estrategia es perfectamente inteligible. La desproporción de fuerzas es fenómeno típico cuando las guerrillas hostilizan a un ejército con golpes de manos rápidos. Judas se ha situado en la parte interior, cerca de las montañas; desde allí, por medio de centinelas bien apostados, puede observar los movimientos del enemigo.  Cuando se entera de que un destacamento ha partido en busca suya, parte con tanta rapidez, hace una marcha nocturna por sendas poco conocidas y aparece de repente frente al enemigo. Así el destacamento de Georgias queda burlado y el campamento de Nicanor es sorprendido.

Cuando Georgias vuelve con los suyos, ha perdido un tiempo precioso y muchas energías en la búsqueda inútil por los montes; desde una altura divisan el incendio del propio campamento, que es signo de derrota (Jos 7), y se acobardan.

El autor narra a conciencia, dando a Dios lo suyo en las arengas y a los hombres lo suyo en la batalla. Esto es muy distinto de las batallas milagrosas que el Cronista fabrica, sin intervención humana (imitadas por 2 Mac); tampoco es el esperar paciente frente al Mar Rojo, según Ex 14. También el pánico, en otro tiempo "sagrado", es un hecho humano en aquel tipo de batallas y en aquellos ejércitos heterogéneos de mercenarios.

La persecución del enemigo en desbandada se limita a explotar la sorpresa, a mantenerlo alejado y disperso, a ganar tiempo para saquear el campamento: armas y provisiones. Los judíos no se aventuran en el litoral filisteo, que es ventajoso para los sirios. La derrota no destruyó el ejército enemigo, pero dio una ventaja considerable a Judas. A partir de Emaús la rebelión tomó realmente consistencia.

Puede compararse esta versión con la de 2 Mac 8,23-29.

4,2 Gente de la acrópolis: judíos apóstatas o colaboracionistas, conocedores de su territorio.

4,6 Es como si el autor le parecieran mucho los tres mil (Gedeón tuvo que quedarse con trescientos, Jue 7) y quisiera rebajar su capacidad militar con la noticia sobre su falta de armas: se encuentran como los israelitas en tiempo de los Jueces y de Samuel (Jue 3,21; 1 Sm 13,19-22). Así se cumplirá mejor lo que dice Zac 9,13-15 sobre la batalla contra los griegos.

4,8-10 La breve arenga está compuesta en estilo muy rítmico. El final recoge la teología clásica de Ezequiel y su escuela (por ejemplo 38,16.23; 39,7.23.28: de la perícopa de Gog y Magog).

4,11 Ez 39,7.23.28.

4,15 Los fugitivos se refugian en la plana marítima, de norte a sur; Guézer queda a unos ocho kilómetros de Emaús.

4,26-28 La batalla del año siguiente corroboró la ventaja adquirida, de modo que puede leerse como prefacio a la purificación del templo. La proporción numérica cambia, aunque se mantiene la ventaja del enemigo. La superioridad de los sirios conserva su sentido teológico.

Históricamente, podemos pensar que, tras la victoria de Emaús, creciera notablemente el número de voluntarios de Judas; a lo cual se sumaría la mejoría del armamento. Por parte siria, Lisias mismo dirige las operaciones, pues la derrota precedente estaba comprometiendo su cargo en el Imperio.

4,26 2 Mac 11,1-2.

4,30-33 La plegaria de Judas comienza con bendición y termina con himnos: no podía expresar mejor su confianza en la victoria: véase Sal 20, oración antes de la batalla.

4,30 1 Sm 14.

4,31 Sal 20.

4,36-59 Para Judas y para el autor la restauración del templo y culto es el gran acontecimiento de la lucha victoriosa: es cifra y prenda de la total liberación. La profanación había sido la gran afrenta del pueblo, el abatirse de la cólera divina; la restauración remueve esa afrenta. En Jos 5,9 leemos que, por la circuncisión en la tierra prometida, se termina la afrenta de Egipto; para la esclavitud en tierra ajena, comienza la libertad en tierra propia. Aquí encontramos el templo en vez de la circuncisión: si la lucha es por la libertad religiosa, el ejercicio público del culto es su expresión central. El nuevo Estado judío será un Estado en torno a un templo (tema que desarrolla Mac 2). Y como la lucha es por la Ley, todas las ceremonias se desarrollan con estricta legalidad.

Históricamente esta restauración renueva la consagración de Salomón (1 Re 8; 2 Cr 5-7), la purificación de Ezequías (2 Cr 29), la restauración de Esdras y Nehemías (Esd 5-6). Pero el autor sabe colocar el hecho en un proceso histórico de signo militar: la sorpresa y la decisión rápida quedan para el campo de batalla; el culto exige planificación y sosiego.

Al cumplirse tres años exactos de la profanación del templo, Judas consigue celebrar la fiesta de la nueva dedicación y la introduce en el calendario judío: en hebreo se llama Hanucá, en griego Encenia. Aunque este libro no fue admitido en el canon judío, la fiesta persevera hasta nuestros días y se celebra en diciembre; para los judíos es algo así como nuestra Navidad. Véanse las cartas con que comienza 2 Mac.

4,36 Purificar y consagrar son dos tiempos ligados. El templo estaba profanado por las imágenes idolátricas; el altar, por el ara y los sacrificios paganos; por eso era necesaria la purificación antes de la nueva consagración.

4,38 Se parece a lo que describe la maldición de Miq 3,12. Por santuario se entiende el edificio reservado a sacerdotes y levitas; por altar, el de los holocaustos; por puertas, los diversos accesos sencillos o monumentales de recinto a recinto; por atrios, los patios abiertos.

4,40-41 La cercanía de la ciudadela, con su guarnición armada y vigilante, hacía necesarias las medidas de protección, ya que la actividad desarrollada en el templo equivalía a una rebelión y desafío del rey. Es como el trabajo de Nehemías y su gente reconstruyendo la muralla de Jerusalén (Neh 4).

4,42 Según la legislación de Lv 22.

4,44-46 El caso de conciencia se plantea porque aquellas piedras habían sido consagradas y habían servido durante silos para el sacrificio diario; después habían sido profanadas y habían servido para sacrificar cerdos a Zeus: ¿qué prevalece: la consagración secular o la profanación de tres años? Sólo un profeta puede resolver el caso, por eso las piedras no van a parar al valle de la Gehenna, como los otros altares recién levantados para cultos idolátricos.

4,46 1 Mac 14,41.

4,47 Según la legislación de Ex 20,25 y Dt 27,6.

4,52-54 Tres años exactos marcan el tiempo de la cólera. Véase 2 Sm 24,13, sobre los castigos presentados a elección a David. En contraste, la falsa profecía de Ananías: "Antes de dos años" (Jr 28,3). 2 Mac 10,3 reduce el tiempo a dos años para adelantar la muerte de Antíoco; Dn 7,25 y 9,27 hablan de tres años y medio.

4,60-61 Esto equivale a una toma de posesión militar. Frente a la ciudadela de paganos y apóstatas se yergue ahora la colina fortificada de Sión. Protección para el futuro, afirmación de poder y casi desafío en el presente. ¿Podrán coexistir las dos en Jerusalén? En un sentido ya no es el templo el que protege, sino que necesita protección; que es un apartarse de la teología de algunos salmos (por ejemplo, Sal 46; 48; 76). Con todo, el afán de proteger el templo trae como consecuencia un robustecimiento militar dentro de la ciudad santa.

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